Con la llegada del otoño, las Berenjenas eran la fruta estelar en casa de mi abuela. Esos frutos que al inicio son de color verde-amarillo y que al llegar a su madurez se tornan rojo- púrpura., justo cuando llegan a estás tonalidades, pueden comerse: se corta la parte más angosta del fruto y se succionan las semillas con la boca, la parte amarilla no se come, es de sabor ligeramente amargo. También se pueden preparar en mermelada.
En el jardín de su casa tuvimos un árbol de Berenjenas, creo que lo sembró por mi, pero no duro muchos años, las hormigas comieron las raíces, y murió. Casualmente desde entonces las berenjenas empezaron a escasear en los mercados, ¿cambió el clima y no favorecía a la planta? , ¿a la gente ya no le gustaban las berenjenas? …No lo sé, en algunas ocasiones las encontré nuevamente colgadas en los arcos de los alteres de “Todos Santos” en Naolinco, pero cada vez menos.
Hace unos días caminando cerca del mercado, encontré a una señora sentada en la banqueta, entre nopales y chiles, encontré un montoncito de mi fruta de niñez, sin pensarlo me detuve y compre tres montoncitos de mis Berenjenas… Sonriente marche hacia casa.
Uno de los sabores que guardo en un lugar especial de la memoria es el de esta frutita. Saborearla, me transporta a esas tardes soleadas en el redondel del jardín, que junto con mi abuela tanto disfrutábamos.
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