Cuando aparece la tempestad es mejor empaparse con su lluvia, dejarse cegar por sus relámpagos, aguzar el oído para escuchar sus truenos. Ha venido a trastocar tu vida y de nada sirve lamentarse nostálgicamente por la bonanza perdida. Tras la tempestad, algo en ti habrá sido destruido, pero el aire será más puro y tu espiritu habrá quedado contagiado por su fuerza.
Rafael Argullol.
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